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Los alimentos y la publicidad engañosa ¿Saludable o light?

Muchas veces nos dejamos llevar por las publicidades, las noticias, los empaquetados atractivos y nos preguntamos: ¿saludable y light significan lo mismo? ¿Qué es mejor?

Por Lic. Érica Bianquet MN2373, trabajadora de la DGRH de la Cámara de Diputados de la Nación

En la Argentina la “moda” por consumir productos “light” se inició a mediados de la década de los 80. Unos años después comenzaron a ingresar al país alimentos provenientes de otros países denominados “diet” y así la oferta se diversificó. Esto provocó cierta confusión en los consumidores y consumidoras dado que actualmente se suelen relacionar los términos “Dietético”, “Light” y “Diet” con alimentos diseñados o pensados para la reducción de peso y por lo tanto “saludables”.

El hecho de que un alimento sea “light” no significa necesariamente que sea reducido en calorías; inclusive, su valor calórico puede ser igual o mayor. Por ejemplo, en el mercado existen galletitas reducidas en grasa que cumplen con los requisitos para declararlas “light en grasas” respecto de la galletita tradicional, pero cuyo valor calórico es en determinados casos igual o superior debido a que poseen un mayor porcentaje de hidratos de carbono.

Todos estos productos ultraprocesados, si bien pueden presentar un paquete verde muy atractivo, están muy lejos de ser naturales y aportar beneficios a nuestra salud. Contienen aditivos como colorantes, espesantes, edulcorantes y conservantes, que permiten que los tengamos en la alacena o en la heladera por largos periodos de tiempo, en contraposición a los alimentos naturales, que están lejos de tener estas características, a excepción de aquellos que son secos como las legumbres y los cereales integrales.

Los aditivos son productos modificados en laboratorios, que, si bien en las cantidades adicionadas no presentan riesgos a corto plazo, no son lo que nuestro cuerpo necesita para mantenerse sano. Nuestro organismo tiene un sistema de autorregulación del hambre y la saciedad que nos permite darnos cuenta cuándo estamos satisfechos y cuándo tenemos hambre real. Los alimentos ultraprocesados, con sus texturas perfectas, sabores adictivos o estimulantes y colores sumamente atractivos, atentan contra la autorregulación hormonal que realiza nuestro cuerpo para detectar cuándo se encuentra satisfecho.

Los alimentos ultraprocesados encajan justo en nuestras vidas aceleradas, donde ya no se le da la prioridad a los momentos para cocinar, comer y disfrutar propios de la práctica alimentaria que antes nos caracterizaba como humanos.

No es un detalle menor considerar que consumiendo alimentos ultraprocesados estaremos colaborando con industrias o multinacionales que poco aportan a nuestra salud y calidad de vida, dejando de lado la economía local que beneficiará a pequeños emprendedores. A esto se le suma la producción de mayor cantidad de plástico, que contribuirá a la creciente acumulación del mismo en nuestro planeta, afectando nuestra generación y las futuras.

Lic. Érica Bianquet MN2373, trabajadora de la DGRH de la cámara de diputados de la nación

IG:@lanutrinauta

 

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