Poesía de barrio: “Soliloquio entre los pájaros”
Mauro Elizondo, poeta de barrio, nos brinda nuevamente unos versos para los lectores. En las columnas literarias de Mundo Villa.
Por Mauro Elizondo, poeta de Villa Benquez (Banfield) IG: @elizzondo.m.
Soliloquio entre los pájaros
Temprano visité el cementerio
me sentí extraño al entrar,
paso tiempo de la última vez.
El sábado murió otro amigo
los recuerdos flotaban
y bastó mirar a la madre
sollozando sobre el cajón
para romper en lágrimas,
y ahí, entre tumbas y flores
entre llantos y colores
miré hacia arriba
mis tímpanos sonrieron
se agudizan mis sentidos
¡canten pájaros! ¡canten!
sus sinfonías del cielo
me desgarran de sorpresas
y me bañan de fantasías desconocidas
y quizás
porque nunca conocí ningún bosque
quizás porque
nunca viajé al campo
y me elevé
me elevé como el humo
de los cigarros que despedía
la tumba de mi amigo.
Jugaba a que los pájaros
eran los muertos que yacían abajo,
que felices se conocían entre las ramas,
que recibían el otoño prematuro
y planeaban revoltosos
entre las hojas del verde viejo,
que los pichones aprendían
técnicas de vuelo,
los enamorados se escondían
para jugar al amor
y la gran mayoría
cantaba sus recuerdos
entre los rayos de sol
de cuando fueron humanos
y ya cansados del día
cuando caía la noche
y volvían agotados a su nido
el cementerio se volvía silencioso,
los pájaros esperaban ansiosos
ese momento para vagar
y plasmarse por sueños humanos
y quizás tener la suerte de visitar
a algún viejo conocido.
Descolgué
es hora de volver,
dejo atrás los llantos
y camino largas cuadras del cementerio
y ahora el juego es más elevado ;
pasé por una cuadra
las más luminosa y silenciosa
quizás por las noches
es la cuadra de las casas bacanes
gigantes y costosas
donde los habitantes reniegan
no haber sabido vivir.
Llegué a la próxima cuadra
donde la luz escaseaba
pero los pájaros cantaban más alto
quizás por las noches
es la cuadra de los pasillos
donde los niños se desvelan
y los olvidados (siempre aislados)
cantan rebeldes
sobre el silencio de la necrópolis,
ahí andar viejos amigos
moviendo la rama
las hojas y el polvo de los recuerdos.
Salgo
vuelvo a casa
y entre vueltas en el suburbio
cayó la noche,
ahora el cementerio es terrestre
los ruiseñores no se elevan
¡los ruiseñores no cantan!
ciegos se desgarran pisando aceras
¡observadores sin sueños!
del futuro que llegó
cansados rostros van
con anhelos inválidos
de volver a amar,
suben y bajan calles
se meten a cuevas olvidadas
y descargan penas en bares
en trabajos
en viajes.
Y yo vuelvo a casa
los humanos volvemos al nido
mientras la noche se curte,
en los chalés el silencio aturde
las casas oscuras
ven caer las máscaras
sobre su brillo suelo.
En los pasillos filosofan a berretines
entre cálidas voces,
la luz de un foco oxidado
y el bullicio de las calles.
Bien sé, que se consuelan con fantasmas
que dicen que vendrán tiempos mejores
y dejan caer su cuerpo vivo
sobre la noche que no esperaron
y sueñan con pájaros,
los pájaros que esperaron ansiosos
el devenir de la noche
en el cementerio
para ver si es hoy que les toca
visitar algún conocido.
Llego a casa
vendrán tiempos mejores
me dicen mis fantasmas
¡ah! ¡qué misterio!
¿cuánto me falta
para ser pájaro?