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“En pleno siglo 21 se murió una persona porque no llegó la ambulancia”

Así fue la entrevista de Julio Zarza, invitado del primer programa de Mundo Villa en DTV 2022.

 

Así fue la entrevista de Julio Zarza, invitado del primer programa de Mundo Villa en DTV 2022.

 

 

 

JOAQUÍN RAMOS: Sos un gran preventor comunitario de adicciones ¿Cómo viste el proceso de la post pandemia en el barrio? ¿Qué problemáticas en los jóvenes dejó la pandemia?

JULIO ZARZA: Yo creo que en el barrio fue complicada la pandemia, agudizó mucho a las personas que eran cuentapropistas. Si bien nació mucho la solidaridad con las ollas populares y con las recaudaciones que se hicieron, no cambiaron mucho las problemáticas. Seguimos teniendo muchos problemas de infraestructura, con el abastecimiento de los comedores, no sé si ha afectado drásticamente otros sectores. 

La gente de la villa está acostumbrada a tener estas problemáticas. La necesidad, el desempleo, recurrir al comedor, te prepara y al estar en este contexto la gente recurrió a lo que pudo. La mayoría de las villas nacen de la solidaridad.

Al principio se visibilizó otra vez la problemática del agua, de la luz, de la ambulancia, de la conectividad y ya pasaron dos años de todo esto pero estos problemas son de siempre.

JR: Al principio de la pandemia se lo dio más visibilidad a las villas ¿Crees que fue así?

JZ: Vivimos en un momento en el que los medios y la visibilidad que se da a través de ellos fue el tema del día. Hubo un eslogan que fue “quedate en casa” pero cómo nos quedamos en casa cuando vivimos hacinados. Vimos reflejado que todas las medidas preventivas no tenían en cuenta muchas cuestiones del barrio. Se visibilizó en los medios estas problemáticas pero, en realidad, nosotros vivimos con esto desde hace muchos años. También hubo mucha impotencia porque, si bien estamos acostumbrados a los problemas de conectividad por ejemplo, debería haber un presupuesto de emergencia y no lo hubo. Entonces no pasa nada en cierta forma.

EMILIA ROJAS: Uno de los reclamos más comunes fue que el estado quedó ausente frente a los operativos para asistir a las personas que están en una situación de adicción y pedían ayuda ¿Esto durante la pandemia se atrasó y complicó la situación de los jóvenes en los barrios? A veces cuesta que pidan ayuda y, si lo hacen, recurren a la casa del vecino o a una organización.

JZ: Creo que se agudizó bastante en la educación. Muchos chicos dejaron la escuela y fue uno de los reclamos del Padre Toto, cura de la villa 21, antes que la ministra de la educación lo diga. Él se preguntaba cómo hacer para recuperar a los chicos. Es muy complicado la institucionalidad, pero no solamente en la educación sino que también en las adicciones. Siempre es un reclamo que tenemos nosotros, que nos está pasando por encima hace mucho tiempo. Hay un montón de demanda en el barrio y a nosotros nos toca muy de cerca. Si yo lo tengo que analizar desde un punto de vista institucional puedo hacer un análisis o puedo decir un recurso o ir a la secretaría pero, desde lo personal, son vecinos, familia, amigos que te piden ayuda por ser un activista social y a veces no tenemos las herramientas. 

Tampoco quiero descalificar mucho al SEDRONAR, porque pude ver que está haciendo una concientización del consumo en el UPD. Me parece muy bueno. El UPD es el último primer día de colegio que hacen los adolescentes de quinto o sexto año, donde hay casos de coma etílico. Mucho alcohol, mucha joda y hay casos de chicos que quedaron muy graves. Eso está avalado por los padres, ellos avalan el consumo excesivo de alcohol. Hay un montón de debates de adicciones y alcohol pero lo que nosotros necesitamos, más allá del análisis de los especialistas, son políticas concretas, mayor presupuesto y acción.”

JR: ¿Cómo te vinculas vos con la problemática? ¿Desde qué lado te pega para empezar a trabajar de lleno como venís haciendo desde hace muchos años?

JZ: Es acompañar como amigo o como vecino siendo un nexo con el afuera o la tecnología (como llamar a un 0800 o sacar un turno por internet). Pero también yo pasé por la misma experiencia. Yo también pasé por el consumo, estuve en un tratamiento y eso también me ha acercado a los jóvenes. Verme cómo estaba antes, en qué situación de consumo estaba, y verme ahora, con mis peleas pero siendo un referente y un ejemplo de que se puede salir. En el caso de muchos referentes o muchas personas que hemos pasado por lo mismo pero aportamos muchas herramientas, en nuestro caso, no dejamos de ser villeros. Entonces el villero tiene el lugar de opinólogo, de contar su experiencia, pero no de estar en una mesa de trabajo. Creo que eso se necesita. Si nosotros seguimos postergando la participación activa y real de las mesas o de las organizaciones del barrio siempre vamos a estar atrasados en ese sentido. Esa falencia se ve. Hay muchos espacios del barrio que hacen mucho trabajo para esta problemática.”

ER: Algo que viene muy de la mano con el consumo es la ley de salúd mental ¿Cómo se hace para asistir a las víctimas y a los familiares que están acompañando a esos jóvenes que a veces pueden estar desbordados y no saben cómo seguir? ¿Cómo se puede plantear una ley de salúd mental que fuera más universal?

JZ: Lo que pasa es que en una mesa lo podés trabajar pero nosotros necesitamos acciones concretas y urgentes. Por ejemplo, si un pibe necesita internarse, tenemos que tener un número de teléfono, saber que vamos a tener el transporte para llevarlo porque trabajamos con gente en situación de calle que no tiene ni una muda de ropa y le pasan un montón de cosas alrededor. Una cosa es el deseo y otra cosa es la realidad. Nosotros queremos una sociedad más sana, más justa e igualitaria pero después hay una necesidad sobre lo que está pasando en los barrios. 

Esto se está normalizando. Ver a alguien en situación de calle, en consumo, que se mueran, que nadie lo reclame. 

ER: Hace muy poco tuvimos el caso de la cocaina envenenada y se mostró que desde los medios y desde el Estado hay una desnudez total sobre los protocolos y cómo actuar

JZ: En pleno siglo 21 se murió una persona porque no llegó la ambulancia y eso lo vivía yo de chico, y ahora tengo 42 años. No puede ser que siga sucediendo, y encima, en un barrio que está a 15-20 cuadras del congreso nacional. Ya dijimos todo lo que teníamos que decir, nos movimos todo lo que nos teníamos que mover y mostramos todo lo que teníamos que mostrar. Estamos a prueba, ponemos el cuerpo y estamos en la militancia pero aún así no lo logramos. Entonces nos falta un montón. 

Con respecto a la cocaína envenenada puedo decir que si bien una cosa es el consumo y otra el narcotráfico, tenemos que entender hasta qué punto la persona que se involucra en el narcotráfico (sea un soldadito, un tranza, etc) y desvaloriza su vida. Cómo se pone sobre la mesa la plata, qué es el lugar de poder. Yo hablo con mis amigos-conocidos que recayeron, sobre este tema y nos ponemos a pensar en personas que conocemos que se hicieron tranzas, ¿Cuánta plata le entra como para que deje eso? Hacíamos cifras exorbitantes y nos dábamos cuenta de ese lugar de poder, de plata. Un amigo me contestó que cuando él estaba ahí, con abstinencia y sin plata para comprar, el tranza salía y les daba para que prueben, para que activen y salgan a buscar plata. Acá te das cuenta de que es un problema cultural, que hay una idea sobre esto y que tenemos que poner sobre la mesa que hay que trabajar culturalmente. Estamos muy atrasados. Antes el tranza estaba mal visto pero hoy tiene un lugar de poder y de pertenencia que ahora la gente quiere ser eso. ¿Hasta qué punto llegamos nosotros para que esto se instale culturalmente? Le debemos dar una batalla cultural.

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