Sociedad

Tres encadenados en la Corte Suprema de Justicia

Marcos Tinte "Si tengo que morir aquí, voy a morir por el pueblo de Jujuy. Lo voy a hacer. No voy a comer, ni voy a tomar agua. Es una decisión"

«Si tengo que morir aquí, voy a morir por el pueblo de Jujuy. Lo voy a hacer. No voy a comer, ni voy a tomar agua. Es una decisión. Lo hago por toda la provincia de Jujuy» dijo Marcos Tinte, de Abra Pampa, con su sombrero, su whipala de colores y una cadena en su brazo izquierdo que lo ata a la baranda de la escalinata de entrada a la Corte Suprema. Poco más abajo observaba todo indignado el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, tampoco recibido por los jueces: apenas los secretarios se dignaron a hacerlo. 

“esto es gravísimo” y “son unos hipócritas”.  

Hace ocho días el Malón de la Paz que representa a los pueblos originarios jujeños llegó a Buenos Aires reclamando por la reforma (in)constitucional de Gerardo Morales y el desconocimiento a los pueblos originarios en relación con la tierra que ocupan desde siempre (tema reconocido legal y constitucionalmente, pero ignorado prácticamente).

La respuesta oficial y extraoficial ha sido de absoluta indiferencia. No los recibieron, no les permitieron instalar algún resguardo por lo que están a la intemperie desde entonces, tampoco tienen novedades del Ejecutivo ni del Legislativo, y los medios los ignoran con una violencia tal vez alimentada por el racismo y las pautas. Este martes tomaron la decisión: tres de sus integrantes, Marcos, Walter (de Tilcara) y Lucas (de Santo Domingo) comenzaron la huelga tanto de alimentos como de bebida. Lo que dicen mujeres y hombres que siguen decididos a conseguir una respuesta.  

Por Francisco Pandolfi

 

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
Walter y Lucas, de las comunidades de Tilcara y Santo Domingo. En la portada, Marcos Tinte, de Abra Pampa. (Fotos Sebastián Smok).

 

Es martes y que sea martes significa que desde hace una semana el Tercer Malón de la Paz está en Buenos Aires, donde arribó desde Jujuy el martes 1° de agosto, Día de la Pachamama. Es ocho del ocho. Y es el octavo día que las comunidades originarias de Jujuy mantienen una vigilia permanente y pacífica en la Plaza Lavalle, frente a la Corte Suprema de Justicia, institución a la que le exige dos puntos concretos:

1) Que reciba a una delegación del Malón para dialogar.

2) Que declare la inconstitucionalidad de la reforma de la Constitución provincial ejecutada por el gobierno comandado por Gerardo Morales.

Pasaron ocho días y ninguno de los cuatro jueces que integra la escueta Corte se dignó a recibirlos.

Decidió no recibirlos su presidente, Horacio Rosatti.

Decidió no recibirlos su Vicepresidente, Carlos Rosenkrantz.

Decidió no recibirlos uno de sus ministros, Juan Carlos Maqueda.

Decidió no recibirlos el otro de los ministros, Ricardo Lorenzetti.

Este último, quien se jacta de ser un defensor del ambiente y hasta ha escrito libros como El colapso ambiental y La teoría del Derecho ambiental, había prometido recibir a un contingente. Pero el jueves pasado la orden cambió: primero les dijeron que podrían pasar 10 maloneros. Luego 5. Luego 3. Luego 1.

Pasó el referente del pueblo Ocloya Néstor Jerez, pero sólo le permitieron ir hasta la mesa de entrada. Le pidieron que deje un número de teléfono y que lo “llamarían”. Nadie llamó. Ni Rosatti. Ni Rosenkrantz. Ni Maqueda. Ni el mismísimo Lorenzetti.

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, tampoco logró que los jueces se dignaran a recibirlo. «Son hipócritas».

 

El panorama:

  • Es martes 8, y ya llegaron el martes pasado.
  • Están a la intemperie porque el gobierno de la Ciudad no les permite instalar algunas carpas para protegerse del frío, del calor, de las lluvias.
  • Tampoco hay novedades de los otros dos reclamos (la intervención de la provincia de Jujuy y la sanción de la Ley de Propiedad Comunitaria Indígena);

Entonces –como ya es ocho del ocho y este es el octavo día que el teléfono no suena, ocho días de indiferencia, de desprecio, de racismo– tres  maloneros se encadenan a las escalinatas de la Corte Suprema. Y no solo se encadenan sino que plantean una huelga de hambre dura: de hambre y de sed.

“No voy a comer, no voy a beber hasta que los jueces estén acá. Salí de mi pueblo con esa decisión y tengo que volver con una respuesta. Si no tengo una respuesta no vuelvo”, dice Marcos Tinte, de la localidad de Abra Pampa, que lleva una whipala en la que se lee una inscripción: «Jujuy resiste». Lo mismo reafirman sus dos compañeros, que sostienen un cartel: «Corte Suprema de la Nación, exigimos Justicia». Son Walter, de Tilcara y Lucas, de Santo Domingo.

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
Ocho días de espera frente a la Corte. Siglos de indiferencia. (Fotos Sebastián Smok).

 

Pérez Esquivel: “Se fueron a dormir la siesta”

Pero los jueces no aparecen, a diferencia del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, que exige que los tienen que recibir “urgentemente», traspasa el vallado y se mete en Tribunales pero sale a los dos minutos y le dice “No hay nadie. Se fueron a dormir la siesta. Son unos hipócritas».

Minutos después lo llaman e ingresa de nuevo. Sabe a qué va: cuando los jueces lo reciban, les pedirá que atiendan al Tercer Malón. Pero nada de eso pasa. No hay jueces. Son las dos de la tarde pero no hay ningún juez trabajando.

Pérez Esquivel le explica a la gente de las comunidades que integran el Malón: “Me recibieron los secretarios de los jueces, que no pueden responder por ellos. Ninguno de los jueces está presente, tratamos de explicar la necesidad de que les informen cómo está la causa sobre la inconstitucionalidad de la reforma. Y nos dijeron que ayer entró otra causa por las contravenciones que se están ejecutando contra militantes jujeños. Por otro lado, está en trámite la causa judicial que inició el Gobierno Nacional que recién estos días volvió de la Procuración. Les volvimos a plantear la necesidad de que los reciban a ustedes y los secretarios dijeron que sólo se ocupan de las causas judiciales. Eso es lo único. Esto es racismo, discriminación e intolerancia. La burocracia está en todos lados. Les dije que no se olviden que no se trata de un expediente, sino que son rostros de hombres y mujeres que reclaman sus derechos y que deben ser respetados”.

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
El poder judicial siempre con vallas a donde vayas. (Fotos Sebastián Smok).

 

Ni un poquito de voluntad

–Desde el Serpaj (Servicio de Paz y Justicia) le habían enviado una carta a la Corte Suprema para que reciba al Tercer Malón. ¿Cuál fue la respuesta?

–No hubo respuesta. La enviamos antes de que el Malón llegue a Buenos Aires, hace más de diez días pero hasta el día de hoy no me contestaron. Esto es muy grave– dice Pérez Esquivel.

«Justicia, trabajá», dice un cartelito pequeño que no necesita más espacio para dar en la tecla. Y se canta: «Queremos Justicia. Queremos Justicia. Que vengan los jueces. Que vengan los jueces».

De este lado del vallado está Verónica Chávez, una de las referentas de las Salinas Grandes. «Tomamos la decisión de que los hermanos se encadenen porque nosotros queremos que se haga justicia urgente. No es fácil estar aquí, son más de 5 noches que estamos en la intemperie. Hay frío, hay de todo y nuestras familias están allá solas, resistiendo en las rutas de Jujuy, en donde estamos desde el 16 de junio. La Corte debe sacar un dictamen urgente. Nosotros somos seres humanos como ellos, pero al no recibirnos demuestran que no tienen corazón. Sentimos una discriminación total, porque hace más de un mes que presentamos el reclamo ante esta Corte y fue como si nada. Pensé que nuestra presencia, el venirnos de tan lejos, iba a conmover a los jueces, a los políticos, pero no hay ni un poquito de su voluntad. Nosotros no les vamos a hacer nada, nosotros queremos hablar con ellos, dialogar con ellos». Y vuelve a aclarar, como si hiciera falta: «Somos seres humanos».

Hay que esforzarse para escuchar porque las canciones no cesan ni un segundo. «En esa casa, hay una banda, hay una banda de delincuentes, que vende todo, a bajo precio y ahora quiere vender al pueblo».

El pueblo canta pero no lo escuchan.

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia

(Fotos Sebastián Smok).

El concepto de genocidio

Entonces hay que seguir diciendo como hace Néstor Jerez, cacique de Oclayo: «El encadenamiento es por el desamparo total que sufrimos desde el 1º de agosto, donde en esta permanencia pacífica ni siquiera nos permiten colocar una carpa para resguardar a nuestros mayores, a las mujeres, a los niños. Se profundiza lo que ya padecemos en Jujuy  donde no hay Estado de Derecho, donde se sigue persiguiendo a los hermanos, donde se sigue adelante con una cacería con prácticas antidemocráticas. Ni bien llegamos le presentamos a la Corte un pedido de audiencia formal y no hubo respuesta. Esto se agrava más cuando la Procuración General de la Nación ya dictaminó que la Corte debe pronunciarse, sin embargo no lo hace». Y aclara con voz pausada: «Esta Constitución se apropia de todo el territorio, de las tierras fiscales, del agua, de los recursos naturales, de la biodiversidad. Pero sólo nos dejaron entrar hasta la ventanilla de entrada de la Corte. Para nosotros es la continuidad del genocidio y del extermino de los pueblos»

«Miles de personas han sobrevivido sin amor, ninguna sin agua», dice una bandera con las letras pintadas con los colores de la whipala. La sostienen una malonera de un lado y un malonero del otro. Cantan: «Cómo no voy a luchar, cómo no voy a marchar, si nos quitan los derechos, por eso no nos callamos más». Hacen una pausa que es colectiva y completan: «Cuánto cuesta, cuánto vale nuestra pacha; no queremos lastimarla, por eso no nos callamos más».

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
La gente sigue esperando respuesta frente a la Corte. (Fotos Sebastián Smok).

 

Dueños de la Argentina

A unos metros, Colina de Abra Pampa tiene de la mano a su hijo de tres años

Por él está acá. Y por muchas otras personas que tal vez ni se dan cuenta. «¿Por qué llegamos a radicalizar la protesta? Porque la justicia está manejada por unos políticos que no escuchan al pueblo, que le están dando la espalda, que se creen dueños de la Argentina. Y el Congreso y la Casa Rosada parece que están del mismo lado. Todos miran la riqueza que tenemos nosotros en el territorio. Todos miran sus intereses propios. Intereses personales de ellos y de las multinacionales. No piensan en el

pueblo. Teníamos la esperanza en un principio de que cuando llegáramos nos iban a recibir, pero no fue así, por eso tendremos que seguir endureciéndonos día a día».

Se sigue cantando, entre tamboreadas, entre folclore, entre gritos para que dejen que el equipo de enfermería del Malón pueda asistir a los tres hermanos originarios en huelga de hambre y de sed.

Pero tampoco hay permiso ni hay respuesta. Ni hay palabra alguna. Ni empatía ni humanidad.

Huelga de hambre total de tres integrantes de las comunidades originarias de Jujuy, encadenados en la Corte Suprema de Justicia
El reclamo originario frente a la indiferencia de jueces de los que no se tiene información sobre qué hacen. (Fotos Sebastián Smok).

 

¿Los jueces tienen que trabajar?

Hay resistencia, porque hay música: «Dicen que los del norte somos callados, pero cuando nos mienten nos levantamos. Libres o muertos, jamás esclavos», dicen una y otra vez, mientras Salustiana pide  el megáfono para cantar y luego para sentenciar, de espaldas a una Corte muda, sorda, ciega y cómplice. «A los jueces de una vez por todas los tenemos que poner a trabajar, nos tienen que responder, deben dejar de hacer oídos sordos y dar la cara. Son unos cobardes. Acá estamos para que nos vean. Somos los indios que no aceptamos más discriminación. Somos los indios que ya no queremos que nos maten».

Y Marcos Tinte ahí está parado. Ya con la noche y el frío como acompañante. Con el brazo izquierdo encadenado. Con su sombrero blanco en la cabeza. Con su poncho marroncito. Con su dignidad a cuestas. «Si tengo que morir aquí, voy a morir por el pueblo de Jujuy. Lo voy a hacer. No voy a comer, ni voy a tomar agua. Es una decisión. Lo hago por toda la provincia de Jujuy».

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