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Legumbres: Indispensables para contribuir a sistemas alimentarios sostenibles y poner fin al hambre.

Los cereales han sido la principal fuente de alimentos para la humanidad por sus nutrientes beneficiosos y la alta cantidad de energía.

En cuanto a las legumbres la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró que, con el fin de sensibilizar acerca de los amplios beneficios que aportan y resaltar la importancia de las mismas, son indispensables para contribuir a sistemas alimentarios sostenibles y poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y combatir el cambio climático.

El consumo de legumbres cobra vital importancia para afrontar la emergencia alimentaria, potenciada por la pandemia, con más de 800 millones de personas en el mundo que padecen hambre.

Todas las especies que integran el complejo de leguminosas se caracterizan por ser muy buena fuente de proteínas tanto en calidad como en cantidad. Según FAO, además de estos beneficios nutricionales, favorecen ciertos procesos que se dan en el organismo ya que mejoran la digestión, reducen la glucosa en sangre, bajan el colesterol y ayudan a prevenir enfermedades crónicas como diabetes, problemas cardiacos, y la obesidad.

En las Guías Alimentarias para la Población Argentina, las legumbres forman parte del mismo grupo que los cereales, porque ambos son ricos en hidratos de carbono complejos. A diferencia de los cereales, las legumbres aportan mayor cantidad de proteínas, hierro, fibra y menos calorías.

En las villas, donde convive la malnutrición por déficit y por exceso, se consumen legumbres, aunque por lo general tampoco se llega a la recomendación y están desplazadas por los ultra-procesados, las harinas y alimentos con pocas o nulas propiedades nutricionales.

Una de las características más relevantes de las legumbres a nivel nacional es el escaso volumen demandado por el mercado interno ya que en Argentina por habitante se consume apenas la décima parte del consumo por persona recomendado. Se trata de un alimento muy rendidor y económico, pero el obstáculo pasa por una cuestión de índole cultural.

En 1960 a nivel mundial comenzó a bajar su consumo a medida que creció la industria alimentaria y con ello los comestibles empaquetados.

Las lentejas son las más aceptadas por la población y en menor medida las arvejas, porotos y garbanzos. Podemos preparar una gran cantidad de platos, guisos y ensaladas. En el caso de utilizar lentejas, una buena práctica es combinarlas con alimentos que contengan vitamina C (morrón, tomate, jugo de naranja y limonada natural). Esto favorece la absorción de hierro en nuestro organismo.

Otras legumbres son los porotos de soja o los porotos de las chauchas que vienen dentro de su vaina. Las legumbres son muy ricas en proteínas, fibra, en algunas vitaminas y en minerales como el calcio y el hierro. Además, tienen la ventaja de dar sensación de saciedad. La cobertura del grano puede traer algún malestar digestivo, por lo que se recomienda procesarlas o consumirlas en puré. En el sentido de facilitar la digestión, es recomendable dejarlas en remojo toda la noche, a la mañana siguiente cambiarles el agua, enjuagarlas y luego hervirlas.

El cultivo y consumo de las legumbres son fundamentales para afrontar los desafíos de la pobreza, la seguridad alimentaria y la salud humana y ambiental. Por otro lado, el consumo de legumbres puede desempeñar un papel importante en la salud de las mujeres en edad reproductiva, vulnerables al déficit de minerales como el hierro. En los barrios de bajos recursos ese problema no suele ser detectado a tiempo debido a las restricciones de acceso a los servicios de salud.

La pareja perfecta

Cereales y legumbres se complementan a la perfección: cada uno aporta lo que el otro carece y juntos son fuente de proteínas de alta calidad. También se consumen en países con poca producción de proteínas de origen animal.

Los cereales y las legumbres constituyen la base de la alimentación a nivel mundial y en Argentina abundan. Son ricos, saludables y baratos, pero a veces los usamos mal y no es solamente porque no aprovechamos la variedad que la naturaleza nos ofrece, sino que además los refinamos al quitarle las cáscaras y nos quedamos solamente con las calorías vacías.

Es necesario un cambio de hábitos, empezar a consumir varios tipos de legumbres, privilegiar las harinas integrales y reducir el consumo de las refinadas en favor de las frutas y verduras. Tener actitud abierta es una gran ventaja para la creatividad y para aprovechar la riqueza en la variedad, por lo tanto, fomentamos la escucha y el aprendizaje para probar nuevos platos, sabores y combinaciones.

Lic. Érica Bianquet MN2373, trabajadora de la DGRH de la cámara de diputados de la nación

IG:@lanutrinauta

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