Opinion

La represión como moneda de cambio

Son tiempos de resistencia y de lucha, tan inverosímiles que hay que explicar lo obvio, justificar lo evidente y desarmar las fabulas y mentiras más estúpidas y retorcidas. Así opera la derecha en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad, así lo han hecho siempre, así lo harán.

Por Sebastián Deferrari //

Estamos viviendo tiempos difíciles.

Esos que en algún momento vaticinábamos que se vendrían, ya los estamos padeciendo, en carne propia o por gente cercana (familiares, amigos, parejas, etc). Alguien que conocemos fue despedido o tiene su sueldo congelado en niveles de pobreza programada o está jubilado y tiene que ser ayudado por sus hijos o elegir entre comer o tomar todos los remedios que necesita o alguien que estudiaba tuvo que abandonar para salir pedalear para las aplicaciones esclavistas o es parte de algún colectivo que está sufriendo la estigmatización y el desprecio de los tres chiflados que pusieron a gobernar.

El fututo llegó hace rato como dice el poeta y llegó de la peor manera.

Son tiempos de resistencia y de lucha, tan inverosímiles que hay que explicar lo obvio, justificar lo evidente y desarmar las fabulas y mentiras más estúpidas y retorcidas. Así opera la derecha en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad, así lo han hecho siempre, así lo harán.

Es un esfuerzo agotador comprender que ciertas discusiones que creíamos cerradas vuelven a darse, una especie de terraplanismo en todos los ámbitos de la vida.

En este tren fantasma de la realidad política en el que nos metieron debemos tener particular cuidado para evitar que se naturalicen ciertas cosas.

El afán represor de los que vienen por nuestros derechos, de los que vienen a ajustar y entregarle las ganancias de nuestro trabajo y nuestro sacrificio a 4 o 5 grupos económicos es conocido y no tiene nada de novedoso. Sin embargo, es asombroso ver el dispositivo represivo y salvaje que están llevando adelante. No solo se ve en cada marcha, sino además lo escuchamos por los testimonios de quienes son heridos o violentados por esta gente.

Como decíamos más arriba hay que explicar lo obvio:

No es la función de ninguna fuerza de seguridad reprimir a los ciudadanos que marchan de manera pacífica, tal como son nuestras marchas, siempre.

Muy por encima en nuestra escala de valores debería estar el hambre, la desocupación, la desfinanciación de lo público, etc. del orden del tránsitoque es la estupidez de la que se agarran.

Nada justifica el accionar violento y criminal de quienes son mandados, como perros de presa, a cazar manifestantes.

El miércoles 10 de mayo la policía reprimió la marcha de los movimientos sociales en reclamo de alimentos para los comedores, si no es una distopía, ni un delirio, se reprime a gente que está pidiendo comida para los comedores. Seguramente debe ser de las cosas más macabras que puede hacer un gobierno (hay más, pero esta sin dudas es una de ellas).

En esa misma jornada la policía le disparó a la cara a Claudio Astorga, quien se había parado a ayudar a unas señoras que quedaron retrasadas cuando comenzó la represión.

No es un detalle menor comentar, por si hay alguien que no lo sabe, que la policía motorizada va con un conductor y un tirador. Ese proceder en una marcha contra gente que pide comida para los comedores es una atrocidad.

Este modelo que intentan imponer solo se puede ejecutar con represión y violencia, mucho mas en un país como el nuestro acostumbrado a pelear en la calle por sus derechos, no es nada novedoso lo que estamos diciendo, por eso hay que estar muy atentos y no naturalizar este tipo de procedimientos, que nos van a llevar que la tragedia que vivimos día a día sea también un baño de sangre.

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