Opinion

Resisten los otros

Allá por abril del 2020, hace poco más de un año (aunque parezca que ha pasado una eternidad) nos preguntábamos, acaso ingenuamente, si esta pandemia nos volvería un poco mejores como sociedad e incluso, algo que ahora resulta ridículo, si no tendríamos un mundo mejor una vez atravesado este drama.

Por Sebastian Deferrari

Lejos de volvernos mejores quedó demostrado que aquellos que eran canallas lo han mantenido y lo han empeorado en la abrumadora mayoría de los casos. Si hubo gente que tuvo “revelaciones” y cambió su manera de ver la vida y de comunicarse con el otro fueron casos aislados, minoritarios. Es decir que quienes eran egoístas, intolerantes, indiferentes, cobardes, mentirosos, despiadados y otras yerbas lo siguieron siendo apaciblemente, e incluso lo agravaron.

Pero también, una vez más, vimos el ejemplo de los barrios, donde se vivieron y se viven las situaciones más terribles, donde alguna vez una estadística demostrará que, como siempre, fueron los sectores más castigados, no solo por el virus sino por todas sus consecuencias.

Sin embargo, fue allí donde se multiplicaron las ollas, se socorrió a los más desprotegidos, se acompañó a las víctimas y a sus familias. Mientras que el Gobierno de la Ciudad hacía propaganda para que nos cuidemos y nos lavemos las manos y en algunos barrios llevaban meses sin agua, dando otra demostración de su cinismo, mientras se veía como se esfumaba la poca presencia del Estado ante la urgencia y la desesperación.

En los barrios no fue necesario aprender que no se sale solo, que el “sálvese quien pueda” es una tragedia mayor a cualquier tragedia, que no se puede si el que está al lado no comió o no tiene un lugar donde pasar la noche, si hay otro que sufre. Eso ya se sabe, viene de tiempos lejanos, de otras tierras muchas veces, de una cultura aprendida hace mucho tiempo.

Es por eso que para esta “segunda ola”, como la llaman, hay que dejarlos a ellos, a los otros, porque fue así siempre, fueron ellos y nosotros, la grieta no se inventó en el 2010, viene desde hace más de 200 años, ellos los privilegiados, los dueños de todo, los que mandan, esa va a estar siempre, hay que dejarlos a ellos con sus cositas, con sus egoísmos y sus vilezas, con su voracidad, con sus calamidades.

Hay que mirar para otro lado y seguir luchando, pelear por la vida más que nunca, hacer una sopa con su odio y que se la tomen ellos, para darle la mano al de al lado, revolver la olla, compartir el pan, el abrigo y el orgullo de ser solidarios, “empáticos” ese término que descubrieron hace poco, para seguir siendo hermanos como se dijo siempre.

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