Noche de locura
Por Mauro Elizondo
El día se desarma
las persianas se desvelan
aletargando la reacción de las gotas
mis ocasos son de aserrín y tinta
mientras los cráneos se excitan
se desvisten
y vagan por el cosmos
seducidos por un elixir volador
(brebaje con resabio amortiguado)
Las estatuas aparecen
(sombras)
el ejército de sentidos profetas
¡tímpanos agudizados! ¡párpados sin descanso!
qué loco es
sin embargo
aún con horizontes singulares de chapa
volver en mi
ver el ventanal de diamantes
el manantial
de los cielos rasos sinuosos
(sonajas ametralladas)
la emboscada de la lluvia
¡ah! las perlas de la nueva noche
salpican sus burbujas…
Y me descuelga un canto
canto alegre
en púlpitos de barro
parlantes ambulantes
eran los proxenetas de la lengua
con mambos de ensueño
y en medio de diluvio
yo, refugio sin fábula
recuerdo la farándula simpática
relojeando de soslayo
dádivas a cada paso
de camino a empeñar el alma
por gramos apuñalados de impureza
en pasarelas oscuras
angostas
¡ah! ¡cómo olvidarlos!
viajantes sin fragor
enarbolando sus antorchas
tirando la soga al caminante
y siempre ¡siempre!
la noche fue un instante
y los párpados se quiebran
los cráneos se visten
y se arma nuevamente el día
que fielmente asciende.