Salud

Día mundial de la lucha contra las adicciones

Todos sabemos a qué tenemos que renunciar

Por Julio Zarza

Los sin fondo

Hace un tiempo decidí ponerme en esa fila de los que buscan el ticket de la vida. La fila de los sin fondo.
No se si la palabra es lucho y peleo contra la “Pasta Base” hace más de 20 años. Soy de esos que probamos la Base y nos gustó. En mi camino como adicto encontré muchos amigos que fueron probando, cigarrillo, porro, merca y no les gusto, el alcohol no entra ni tampoco el tabaco porque eso es normal. En cambio yo recuerdo ese primer día que probé el porro, me encanto, la merca me encanto, la base me fascinó. Aunque veíamos cómo caían nuestros amigos, nuestro entorno y que ya no reíamos como antes, preferíamos los pipazos. Bueno, yo probé salir a robar y no me gustó. algo es algo.
Me pude curar del resentimiento, salí de la victimización y creo que aprendí a respetar a quien no me quiere como yo quisiera, estoy aprendiendo a querer. En el 2006 me interné porque no podía parar de consumir. En una comunidad de excelencia, la Fundacion Aylen a quien eternamente voy a estar agradecido, al igual con quienes me brindan su cariño y amor. Yo tuve la oportunidad siempre de pedir auxilio y ser socorrido. Muchas veces pensé ser un afortunado, pero en realidad es porque nunca me rindo. Tengo en mis manos la excusa perfecta para ser maldito, porque la vida nunca me dejó pasar ninguna, mis maldades no se asemejan para nada lo que pagué en alma y carne. Para nada me victimizo, solo quiero decirle al cosmo que me hago cargo del vuelto siempre.
A mediados del 2008 me gradué, terminé mi tratamiento, tuve el alta. “Me cure” , lloramos todos, fue muy emotivo, como lo son los tratamientos. Habría que preguntarle a los profesionales que me atendieron qué clase de tratamiento hice.
La sanidad me duró unos años más. Luego un día, un sábado, lo recuerdo muy bien. Me fui a acostar y de repente de un salto me levanté y dije: ¡Se va todo a la mierda! Y de ahí me fui al casino, tomé whisky, me fui de putas y como estaba cerrado me fui a pegar base.
Fue terrible, una desgracia terrible. Después de un tiempo entre idas y vueltas, recaida viene, recaída va, vuelvo a la comunidad donde había hecho tratamiento y estuve unas semanas desintoxicándome y volví al ruedo. Pasó el tiempo, mucho tiempo y me di cuenta que no eran recaídas, sino que estaba consumiendo de nuevo. No podía decírselo a nadie porque ya no me iban a delegar trabajo y responsabilidades. Porque es cierto que a un adicto se discrimina en el ámbito laboral. Y para colmo a mi me tocó una de las más estigmatizadas: Pasta Base. Tuve las mejores compañeras que el universo me pueda mandar, fui y soy parte de proyectos que sirven a la comunidad. Tengo un trabajo que me sostiene, que sostengo casi 20 años y que me permite vivir. Logre la confianza de personas que me dan la llave de sus casas. La gente felicita a mi madre cuando la conoce, las personas saben que voy a estar ahí, soy un tipo trabajador, en fin soy un buen tipo, lo que siempre soñé, mi ambición. Me tildaron de garca pero no hay un solo testigo o víctima de eso. Todo lo bueno que soy desaparece en un pipazo, muchas veces me quejo porque muchos se quedan en mis recaídas y no en mi construcción. Hasta hace unos años usaba la misma lógica con la que se generaliza para criticar y así minimizar mis actos: Conocí a psicólogos, terapeutas quienes eran mis referentes en la vida cotidiana y descubrí que eran más truchos que yo. Uno le comía la mujer al otro, otro le cagaba plata a otros y así puedo seguir. Yo siempre entendí que hay que poner en práctica, va no siempre entendí, empecé a entender ahora, que la jugada es ser consecuente. Pero esto pasa en todos los ámbitos, todos te dicen cómo vivir y qué hacer. En una de mis últimas recaídas me mordía los labios mientras tenía que escuchar a un alcohólico violento bajarme línea, decirme la basura que soy. Cuántas veces escucho consejos de machirulos de cuarta. Cuántas veces escuché a mi vecina resentida bajarme línea y decirme lo pelotudo que soy. Entendí que así es la vida “Una escala de moralidades” . Claro que entiendo que si me dicen algo es porque me quieren. No estoy escribiendo esto para justificar nada ni minimizar nada, porque me duele el alma pensar en la gente que perdí y lastimé con mis acciones de consumo, Dios sabe cuanto me duele y pesa. El que te quiere nunca va entender como podes elegir el pipazo o la línea antes que a él/ella. Nosotros nunca vamos a poder explicar que no se trata de una balanza, que jamás pondremos a quienes amamos en un remate, jamás. Si supieran que es su amor lo que nos hace levantarnos una y otra vez.
Hace muy poco entendí que tenía que dejar de ocultarme, dejar de tener vergüenza. Tenía que dejar de sostener una imagen. Yo cada vez que consumía me escondía, porque se juzgaba mi acción solidaria, mi bondad, mi bienestar “mi imagen” lo que soy. Como adicto avergonzaría a los míos. Grite a los cuatro vientos a quienes pensaba que me tenían que escuchar: Piensan que no se que a mi me sale todo mas caro, que cada vez que le mandó a comprar la falopa me duermen plata y dosis. Creen que no sé lo que sucede a mi alrededor ¿Que les debo? Nada, porque quien me pide una mano siempre estoy, a muchos ayude en sus proyectos y a estar mejor, quien me llama ahi estoy. Lo grite con un hacha en la mano, me canse. Porque hasta cierto punto uno tolera el abuso pero cuando ya se pasan. En realidad necesitaba gritar como aquella vez que me dieron el alta, los que estuvieron ahí ¿Se acuerdan como vibro todo?
En realidad no necesitaba ponerle los puntos a nadie. Lo que necesitaba era reconocerme así, de los sin fondo. Porque muchas veces pensamos que tocamos fondo y eso nos hace rescatar. ¿Pero cómo puede ser otra vez? si perdiste el trabajo, la familia, todos hablan de vos y ni así te rescatas. Y pensas que tu vida ya no sirve para nada, ni el dolor más grande ni la felicidad más hermosa te arrebatan el encendedor de la mano. Y así entendí que si asumo que soy de los sin fondo me voy a cuidar más, simplemente porque mi identidad es así. Y que tal vez la vida a veces me aburra y no le encuentre sentido pero no hay nada mas lindo que despertar sin culpa. Respeto a todos aquellos que van contando los días sin consumo de verdad los respeto y los felicito. Pero la recuperación no es solo dejar de consumir sustancias. Nunca mas recai en prostitucion, nunca mas le dormí un solo centavo a nadie, me conformo con lo que me pagan por mi trabajo.
Recuerdo que me dejaron de invitar a las charlas de adicciones porque en vez de contar cómo sostener “La Fe de Villero Violentado” en cambio bajaba línea de preguntar a quienes se preparaban para operadores sociales: ¿Ustedes como son el dia dia? ¿Cuánto de lo que van a demandar cumplen? Por eso lo que estoy escribiendo está directamente dirigido para los sin fondo, los que creen que no pueden frenar ante el abismo. No son incurables simplemente son los sin fondo y se puede seguir trabajando, amar, soñar y de apoco abrazar nuestra identidad.
No teman decir: Hoy tengo manija, hoy me siento para lamierda, estoy peleandola, estoy muy triste. Aunque el otro se asuste y quieran internarlos o lo manden a hacer terapia. Expliquen que aun así pueden cumplir con sus obligaciones, entiendan también que a todos nos enseñaron que la angustia es mala y que la tristeza espanta.

Todos sabemos a qué tenemos que renunciar…

También me hace bien, reconocerme triste…

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