Verdugo de Utopías
Ser poeta de barrio, cineasta de chapa y predilecto artista es revolucionario
Por Mauro Elizondo Escritor de Villa Benquez – Banfield
IG: @elizzondo.m
A César Gonzáles.
Las revoluciones son improvisadas
tienen defectos, errores infructuosos;
por eso naciste en estos tiempos,
en el ocaso de sangre derramada.
No llegaste tarde para las revoluciones
no llegaste tarde para nuevos panoramas
llegaste para cuidar el tiempo
del que nadie se hizo cargo.
Las revoluciones brotan bajo tierras cansadas
germinan manos hechizadas desde antaño
empuñando la vara encantada y crean
pechos valientes para la vanguardia plebeya.
Con las sobras y migajas de la hojas de la historia
que el sinuoso viento nocturno arrastró
se creó un cuerpo inmensamente introvertido;
con brazos de fuego y espalda de hierro.
No te aflijas poeta, no te desesperes
cuando vengan sedientos los oportunistas
reclamando genuflexiones de tu fresca savia;
no, no llegaste tarde para las revoluciones.
El silencio rondó rincones indelebles
y escampo miedoso, aturdido por los ecos estentóreos
que brotaron de tus entrañas
aquel día que en buena hora viniste al mundo.
Dudas. Las revoluciones siembran dudas;
¿Sos hijo de las revoluciones del tiempo moderno o las revoluciones del tiempo moderno nacieron con tu esencia morena?
te ví una tarde, escupiendo flemas ardientes
tras estantes perdidos de Valentín Alsina
contagiando una metamorfosis expansiva
en Valentín Alsina, dónde te ví una tarde.
No, no llegaste tarde para las revoluciones
tus viejos poemas me lo recuerdan
tus jóvenes imágenes lo exhuman;
tus vestigios seguirán mientras vuelva el sol.
No lograron desmenuzarte poeta
ni las balas ni las rejas lograron dejarte
a la vera de un camino escrito,
camino de errantes almas estancadas.
Tu revolución verdugueó las tripas de la utopía
aquella que no fue empuñar un fusil
no fue una estrategia beligerante
fue un encuentro con los sueños de cada cicatriz.
Fue levantar las piedras del camino
encontrar debajo la valentía oculta
lanzarla a los dueños eternos de la farsa
y no esconder la mano, para con ella crear.
Fueron tus manos, las de dedos insubordinados
Insurgentes, enarbolando banderas plebeyas
las mismas que antaño, bajo miserias
aprendieron sumisas a tapar goteras.
Llegaste. Llegaste para cuidar el tiempo del que nadie se hizo cargo.
¿o acaso ser poeta de barro, cineasta de chapa y predilecto artista no es revolucionario?
conozco tus mochilas cargadas y tu voluntad
sé que en tus convicciones elocuentes
morirás antes que dañarlas
hermano de suelas imborrables.
¡Ah! Las revoluciones son tan improvisadas
tienen tantos defectos, tantos errores infructuosos
que en vos crearon el error
antes de la lucha ¡por eso el triunfo!
no poeta, no llegaste tarde para las revoluciones;
derrumbaste las grises colinas
para que resuene impávida
la voz escondida detrás del misterio.
Diseñaste una puerta ingente
que brotaba ritmos e ideas
anunciándose al final de la noche
sembrando tus retoños de chapa.
Y tu mente alada divisó el festín;
tu gente jubilosa en compañía de la luna
suspiraste confuso y preguntaste:
“¿no les da pena la soledad del viento?”.