Hoy nos toca celebrar. Celebramos que una amiga, una compañera, una integrante de Mundo Villa se recibió en la carrera de Licenciatura en Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, ni más ni menos que una hazaña. Vivimos algo extraordinario porque presenciamos la magia que tiene un logro que ha costado tanto. No tiene mística nacer en un lugar acomodado, hacer una carrera en una universidad privada, ir y volver en auto, no preguntar nunca el precio de un libro o de un apunte, no preocuparse por comer caliente, no pasar noches sin dormir para robarle tiempo al trabajo o la familia o a los amores para llegar a leer lo que se necesita.
Pero la historia de Dalma es otra. Llegó a Mundo Villa cuando todavía era una adolescente. Y podríamos decir que fue amor a primera vista ella se enamoró de lo que hacemos y todos nosotros, que en esos años de pequeñas alegrías éramos un equipo grande, nos fascinamos con ella. De su frescura, de su energía, de su compañerismo, de sus ánimos revolucionarios y sobre todo de su gran corazón.
Conocimos a su familia y entendimos un poco más por qué ella era así. Su familia también tenía un corazón y una locura tan vital que nos contagiaban. Pasamos de todo en estos años de inmensas alegrías (como la de ayer) hasta tragedias dolorosas y siempre anduvimos ahí, compartiendo un mate, un abrazo o una birra.
Hubo un día que una gobernadora dijo que los pobres no llegaban a la universidad. Aunque ellos se encargan de convertirlo en realidad va en contra de lo que luchamos cada día, que nuestro país sea un poco menos injusto, un poco menos doloroso, claro que eso hoy parece una utopía absoluta, hace no muchos años atrás se hacía un poco posible.
Ayer cuando expuso su trabajo final lloramos todos, ella, sus compañeros de cursada, sus profesores y por su puesto sus familiares y nosotros sus amigos. Porque Dalma es una luz de esperanza en medio de una generación de jóvenes que se pierden en causas individualistas y con un nivel de crueldad nunca visto antes en nuestra democracia.
Dalma es una mujer valiente, que sabe luchar y comprometerse, pero sobre todo de ponerle una sonrisa a todo.
Orgullosamente podemos decir que hoy Mundo Villa tiene una compañera más (junto a Mario y a Emilia) que llegaron a los talleres de periodismo y decidieron que habían encontrado una vocación y lograron ir en contra de todos los prejuicios y temores para estudiar, formarse y ser comunicadores con conciencia y responsabilidad por lo que hacen.
Hoy celebramos (ayer celebramos), seguiremos celebrando muchos días más…porque la única batalla que se pierde es la que se abandona, como dice el tío Ernesto de Dalma, y nosotros no sabemos de abandonar.

¡Felicidades compañera, salud!
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